No creo estar mintiendo cuando digo que muchos nos hemos encontrado en ese punto donde no sabemos hacia dónde ir. Y vamos de un lado a otro sintiéndonos abrumados, llenándonos de sombras que nos van marchitando por dentro hasta que el terreno queda lo suficientemente árido para que venga la desesperación.
Tampoco es que seamos el barco ebrio de Arthur Rimbaud, pero sí hace falta un horizonte, una razón, un motivo. Una luciérnaga que alumbre las noches más oscuras. Es ahí cuando se empieza a sentir la necesidad de cambiar a la fuerza y de adquirir nuevos hábitos, guiados por una idea superficial de renovación.
Pero luego de salir de la peluquería con el peinado de un poni o tras firmar un préstamo para un viaje, nos damos cuenta de que estábamos equivocados y que tampoco eso era lo que queríamos. Y después nos sentimos peor que antes. Yo también estuve en ese punto y sé cómo se siente esa confusión abrumadora que inmoviliza el cuerpo. Es el caos asentado sobre la mente.
Un primer acercamiento
Esa misma sensación fue la que me llevó al budismo, en un intento — casi desesperado — por sanar y abandonar el deseo de ser alguien distinto. Así que el pasado miércoles en la noche, luego de salir del trabajo, asistí a mi primera sesión de meditación budista en el Centro de Meditación Kadampa.
Además de las dos personas en la recepción, había una acogedora sala de espera donde aguardaban un hombre y una mujer. Esto me llevó a pensar que no habría mucha gente, pero la sala donde se realizaba la sesión se quedó sin puestos libres.
A la entrada de Kelsang Sangton una señora aplaudió y todos nos levantamos en silencio. Kelsang caminó apacible, como si midiera cada paso sin hacerlo, y luego se acomodó en su poltrona. Cuando estuvimos de nuevo en nuestros asientos, sonrió y empezó a hablar.

Algunos estaban sentados en cojines y el resto, casi todos, estábamos en sillas. Lo primero que nos pidió Kelsang fue cerrar los ojos, alinear los hombros y acomodar la espalda sin sentir tensión. Luego dijo que debíamos concentrarnos en nuestra respiración. En cómo entraba y salía el aire. Suena sencillo, e incluso aburridor.
Pero tras algunos minutos se empieza a adquirir consciencia de este proceso que realizamos de forma inconsciente la mayor parte del tiempo, pero que nos ata directamente al presente y nos llena de vida. En mi mente aparecían muchas imágenes. La sensación era como la de estar debajo de una lluvia de ladrillos, recibiendo muchos pensamientos como golpes: venían recuerdos y sensaciones que me daban terror, tristeza y que me hacían sentir incómodo.
Cuando eso pasaba volvía a concentrarme en la respiración y me sentía mucho más tranquilo. Mientras eso sucedía, Kelsang iba hablando sobre el perdón. Sus palabras calaron tan adentro de mí que quisiera compartirlas ahora con ustedes para que ambos podamos gozar de esta sabiduría sencilla y de propiedades sanadoras, pero antes vamos a dar una mirada al concepto del budismo.
Qué es el budismo
El budismo es el arte de controlar la mente. Se trata de una práctica en la que alcanzamos un nivel mayor de bienestar y felicidad por medio de la meditación. Es un camino práctico en el que aprendemos a liberarnos de esos pensamientos negativos que solo nos traen sufrimiento. Según el filósofo alemán Erich Fromm, se trata de un sistema para el logro del bienestar.
Cabe aclarar que hay muchos tipos de budismo; el que yo estuve practicando fue de la Nueva tradición Kadampa, una variante del budismo tibetano que encuentra su origen en el budismo mahayana.
Ahora sí, las lecciones

- No podemos ser maleables
“Si alguien te dice que eres un asno estúpido, tú te enfadas y le contestas. Pero si mañana murieras y te convirtieras en un asno, un cerdo o un pez. ¿Qué harías?”. Esta parábola nos invita a asumir las cosas como son y no como quisiéramos que fueran.
Sin duda, tenemos la falsa idea de que las condiciones deben jugar siempre a nuestro favor. Y cuando algo no sucede como esperamos, entonces nos enfurecemos y caemos en la frustración. Debemos aprender a sobrellevarlo, como lo dice el venerable Gueshe Kelsang Gyatso Rimpoché:
Por medio de la meditación, aprendemos a crear un espacio en nuestro interior y una claridad mental que nos permiten controlar nuestra mente sin que nos afecten las circunstancias externas. De manera gradual, adquirimos una estabilidad mental que nos permite estar siempre felices, en lugar de oscilar entre los extremos de la euforia y el desaliento.
- Dejar de estar anclado al pasado
Las personas que fuimos ya cesaron, no existen. Dejaron de existir para dar paso a la persona que somos ahora mismo. Tenemos que dejar de pensar en lo que fuimos en el pasado y soltarlo para aprender a estar en el presente.
Es muy fácil estar en el pasado: pensando en lo que hubiera ocurrido si no hubiéramos terminado una relación o si nos hubiéramos atrevido a cambiar de trabajo. Ya no importa, y no importa si no se va a traducir en un cambio real. En una acción. No se trata de olvidar lo que hicimos, sino de perdonarlo y de obtener una lección de aquella experiencia para ser mejores.
En palabras del escritor argentino Jorge Luis Borges:
Lo que nos pide -el budismo- es la meditación, una meditación que no tiene que ser sobre nuestras culpas, sobre nuestra vida pasada.
- Muchas cosas son meros reflejos de la mente
¿Alguna vez has tenido uno de esos días en los que sientes que todos están en contra de ti? Pues bueno, no eres el único, pero eso no son más que apariencias que se forman en nuestra mente a partir de prejuicios o malas experiencias pasadas.
La mente es un infinito inmaterial que nos sirve para entender la naturaleza de las cosas que nos rodean. Pero si estamos pensando en todo momento que la gente hace cosas con la única intención de herirnos o enfadarnos, vamos a mirar la vida desde un prisma en el que todos van a aparecer nuestros enemigos, cuando en realidad no es así.
En Fitpal estamos dispuestos a ayudarte a ti y a tu equipo a desarrollar buenos hábitos. Agenda una demo y habla con nosotros para conocer nuestros planes para empresas.
Tags:
Buenos hábitosoctubre 12, 2021